27 de diciembre de 2007

Navidades en Ko Pha Ngan

Como todo lo que está sucediendo este año, la navidad también ha sido diferente y hemos cambiado la fría y comercial navidad española por la cálida y superficial navidad que se vive en Tailandia. Como ya muchos sabréis, la religión dominante aquí es el budismo, por lo que la navidad no tiene ningún sentido mas que para los comercios y hoteles que saben que para los turistas son fechas especiales y tienden a gastar mas.

Para pasar estos días pensamos en la isla de Ko Pha Ngan. Es una isla bastante grande que se encuentra en el Golfo de Siam a la que solo se puede llegar en ferry. Por ahora es la más grande en la que he estado, aunque la próxima semana sera superada por Koh Samui donde pasaré la nochevieja. Las comunicaciones dentro de la isla son regulares, con pocas carreteras y en un estado mejorable, pero quizás por eso no hay grandes resorts, así que solo se ven pequeñas cabañas justo al lado de las playas o disimuladas entre las palmeras de una colina. En esta isla es donde se celebra la famosa fiesta de la Full Moon Party en la playa cada noche de luna llena. Y por casualidad este año coincidía la nochebuena con luna llena, y por eso nos decidimos a venir aquí. A esta fiesta suelen venir miles de personas, y este año se esperaban unas 30.000 personas en una sola playa de fiesta hasta mas allá de la salida del sol y por eso nos alojamos en la parte contraria de la isla mucho mas tranquila y bonita.

Pero empecemos por el principio. En la oficina se estableció oficialmente el día 24 como festivo, así que la ruta hasta llegar al Koh Pangan fue: autobus Bangkok-Chumphon, Chumphon-Koh Tao y Koh Tao-Ko Pha Ngan en ferry. Un poco paliza, pero las distancias son grandes aquí. Nos recogió el personal del resort y nos llevó en pick-up porque el último tramo de la carretera no estaba asfaltado e incluso en malas condiciones en un par de tramos. Tal era el aspecto al estar en medio de la selva que nos encontramos un gran lagarto en la mitad del camino que salió corriendo en cuanto nos acercamos un poco.


El resort era precioso, en una colina que daba a una playa tranquila de arena fina, agua transparente y palmeras. Nos pasamos todo el sábado en aquella playa haciendo snorkel y descansando.


El único problema que tenía este resort es que estaba demasiado apartado de todo y teníamos que estar pidiendo taxi cada vez que queríamos ir o venir. Así que el día siguiente lo gastamos en buscar unas motos para movernos por la isla y otras cabañas mas cercanas a la playa de la fiesta para poder descansar mas tiempo ya que el día posterior a la fiesta cogíamos el barco de vuelta a las 13:30 y perderíamos demasiado tiempo en ir y volver a este resort. Una vez lo tuvimos todo resuelto, a lo único que nos dio tiempo fue ir a ver la puesta de sol a una de las playas del sur de la isla.


Al día siguiente pasamos todo el día en una playa muy bonita en el norte de la isla pero mas al oeste de donde estábamos nosotros llamada Hat Thong Lang. Tenía una isla enfrente a la que se podía llegar a través del agua que te cubría por la cintura cuando nosotros llegamos pero que dependía de la altura de la marea. Muy tranquila la playa, con poca gente y bonitas cabañas.


Ya por la noche empezó el festival en la playa. Antes nos habían dicho y habíamos leído que la fiesta había degenerado en los últimos años y estaba llena de extranjeros borrachos o drogados, que no lleváramos nada de valor, que cada año morían al menos un par de personas y que la aglomeración de gente era tal que no se podía estar cómodamente en la playa. Luego resultó que no era nada de lo que nos habían dicho. Es cierto que había mucha gente, pero se podía estar tranquilamente en la playa, sin sensación ninguna de peligro ni malos rollos ni gente demasiado pasada. Simplemente fue una gran fiesta en una gran playa con mucha gente. Lo pasamos fenomenal bailando toda la noche en la playa a veinti tantos grados de temperatura y en pantalón corto.


Al día siguiente emprendimos el regreso en sentido inverso al que llegamos.

20 de diciembre de 2007

Hasta pronto Macfer

Finalmente llegó el día en que nuestro ministro, mago, guía, profesor, compañero, consejero y sobre todo amigo tuvo que abandonar estas tierras tan amadas para él para volver a Madrid a buscarse un sitio donde asentarse y volver a adaptarse a una rutina que cuesta asimilar al principio pero que consigue apoderarse de ti finalmente. Yo aún no lo se, pero me hago una idea de lo duro que tiene que ser volver después de un año viviendo nuevas experiencias y conociendo gente nueva casi a diario a tu casa donde ves que nada ni nadie ha cambiado, todo sigue exactamente igual que cuando tu te fuiste. Parece como si el mundo se hubiera parado para todo el mundo excepto para ti.

Pues la despedida empezó el jueves en la oficina. Javi es muy querido aquí. Te trae regalos en cada viaje que hace, hace una ronda por todos los sitios para dar los buenos días al personal y preguntar que tal va todo y da un toque de alegría. Así que hicimos una comida en su honor en la que no falto el jamón, el queso, una ensalada hecha por nosotros y la ya típica comida mexicana que Faustina fabrica en su propia casa.


De izquierda a derecha: Loreto (la jefa), Chat-Uma, Lili, Nui, Kamron, Javi, Faustina, Elena, Leti y yo

Ya por la noche fuimos a cenar al restaurante de "Mari Carmen" donde comimos una auténtica comida tai y nos dimos los regalos del amigo invisible en el que me toco una "cosa" para colgar las toallas de mano del cuarto de baño o los trapos de la cocina.
De ahí decidimos ir a una discoteca nueva que nos habían recomendado. Estaba dentro del hotel Windsor y es una discoteca de las que cierran tarde y solo está regentado por tais. El sitio estaba bien, pero la música acabo rallándonos con tanto Hip-Hop, pero lo pasamos fantástico allí bailando y tomando unas copas.


El viernes, como era de esperar, estábamos todos muertos para ir a trabajar, pero aquí el cuerpo se te hace y al final soportamos bastante bien la mañana. Por la noche fuimos a cenar a un nuevo restaurante español que inauguraban en el Hotel Grand Millennium donde toda la comida que pidiéramos era gratuita y solo se pagaban las bebidas, así que ya os podéis imaginar como nos pusimos. Después de la cena nos tomamos nuestra última cerveza y charlamos con Javi disfrutando de las magníficas vistas de la planta 44.

Y así llego el día de la despedida. El día anterior, sin hacer nada, nos habíamos acostado bastante tarde, así que agradecí poder dormir mas de 9 horas seguidas, algo que aquí parece casi imposible hacer. Después de un bañito en la piscina subimos a ayudar a Javi a terminar de preparar sus maletas y al mismo tiempo preparar una última comida con él a la española. Uno no se puede imaginar la cantidad de cosas y trastos que puede acumular una persona durante todo un año. Nos fuimos al aeropuerto con cuatro maletas que obviamente no pudo facturar. Solo le dejaron dos y porque al final le lloramos un poco a la chica y le enseñamos la tarjeta de la embajada.

Una despedida muy sentida. Esto no va a ser lo mismo sin el, pero nos ha instruido muy bien y ahora debemos volar solos sobre estas tierras.

Un abrazo señor ministro. Que te vaya bonito. Nos veremos pronto.

13 de diciembre de 2007

Koh Phi Phi

Parece mentira que en dos meses y medio que llevo ya aquí solo hubiera ido una vez a la playa. Así que he tenido que romper la racha e ir para coger un poco de color porque me estaba quedando pálido.

En principio el viaje estaba previsto para Camboya pero una comida en mal estado en Pai hizo que me tuviera que quedar un par de días en cama con la consiguiente perdida de billete de avión a Camboya. Que le vamos a hacer, iré en otra ocasión. El caso es que el momento era el mejor, porque aquí hemos tenido un puente de esos que llaman acueducto. El miércoles 5 fue el cumpleaños del Rey de Tailandia que cumple ochenta añazos, el jueves 6 es el Día de la Consitución Española y el lunes 10 es el Día de la constitución Tailandesa, así que cogiendo el viernes 7 consigues 6 días de vacaciones seguidos que puedes aprovechar para ir a aquellos lugares que necesitan algo mas de tiempo

Bueno, pues una vez frustrado mi viaje a Camboya y recuperado de mi estomago, me uní al viaje organizado por Elena en el que iba su prima y unos amigos que tenía de visita a las islas Phi Phi.

Salimos el jueves por la mañana. Yo no tenía billete de avión pero decidí jugármela e irme al aeropuerto a ver que encontraba. Y me salio bien. En la misma taquilla de la compañía me saque un billete de ida por unos 36€. Ahora ya podía sentirme parte del grupo.

Llegamos a Krabi y alquilamos una super furgoneta igual que cuando fuimos a Koh Lanta.


Nos llevó hasta Ao Nang donde alquilamos un bote de popa larga que nos acercaría hasta Railay, nuestra primera parada y donde pasamos una noche antes de continuar. El lugar era precioso. Playas largas de aguas tranquilas como si de un lago se tratase, donde el cielo y el mar se confunden en el horizonte y rodeadas de acantilados y grandes rocas que salen del agua como si fuera una inmensa fuente de piedra que dibuja extrañas figuras.


Desconocíamos que en esta parte del mundo se notara tanto la subida y bajada de la marea del mar, y cuando llegamos estaba baja así que era difícil bañarse por la poca profundidad, pero aprovechamos para relajarnos y tomar un rato el sol. Toda esta zona es muy conocida por la escalada, ya que hay muros naturales muy altos y muy lisos que, al parecer, son propicios para la escalada. El caso es que estaba lleno de gente escalando por todos lados. Por la noche, después de cenar, nos tomamos unas cervezas en las amacas de un chiringuito que estaba en la misma playa bajo un cielo lleno de estrellas como yo hacía tiempo que no veía.

Al día siguiente decidimos madrugar un poco para coger el ferry que nos llevaba a Phi Phi pero no madrugamos lo suficiente y lo perdimos. El resto del día fue tirarlo a la basura, porque tuvimos que volver a coger un bote que nos acercara hasta Ao Nang e ir a un lugar donde comprar los billetes del próximo ferry que salía a las 15:00, y eran las 11:30!!! Después el ferry llegó tarde y salio del puerto casi a las cuatro de la tarde. El viaje dura dos horas que convinamos entre la una siesta tardía y el disfrute del paisaje, sobre todo cuando nos ibamos acercando a la isla. Cuando llegamos ya era denoche así que buscamos un taxi que nos llevara al resort donde teníamos reserva. Pues resulta que en Phi Phi solo hay dos carreteras y no es posible ir en ningún vehículo terrestre a otra parte de la isla, el único medio es el bote-taxi. Nos querían cobrar un montón por llevarnos a nuestro resort y pensamos coger otro en el centro de la isla y así no movernos, pero los precios de estos resorts a esas horas estaban por la nubes. Encima el marinero nos decía que el mar estaba muy movido, que era peligroso y que tendríamos que desembarcar con el agua por encima de la cintura.... no lo vimos muy claro, se nos habían hecho las nueve de la noche y todavía estabamos decidiendo que hacer, así que optamos por lo mas facil y nos quedamos en el centro. Alli nos encontramos con una chica que estaba en nuestra misma situación y la convencimos para que se viniera con nostros al resort. Vivía en Australia aunque había nacido en Malasia y estaba haciendo un tour por todo el sur este asiático ella sola.

Para el día siguiente contratamos un bote para todos para que nos diera la vuelta a la isla y poder hacer snorkel.

El mar seguía movido y cuando llegamos a nuestra primera parada estabamos tan empapados como si hubieramos sido arrastrados con una cuerda por el barco. El primer sitio fue la famosa playa que aparece en la película de Leonardo Dicaprio. Está en otra isla cercana llamada Phi Phi Leh dentro de Maya Bay. No pudimos desenbarcar en la misma playa porque había que pagar y nos parecía abusivo, así que lo hicimos en otra mas pequeñita que estaba enfrente y mas tranquila, porque la famosa estaba lleno de botes, lanchas y gente.


Estuvimos haciendo snorkel un rato por alli. Fue muy bonito, viendo bancos de peces que casi se dejaban tocar, muchas clases de peces que ahora no sabría describir, .... Luego nos llevó a una playa pequeñita a donde se accedía a través de una pequeña apertura en la roca y donde no había nadie. La playa era muy bonita, con arena blanca y fina como la arina. Nos tumbamos un rato disfrutando de la magnífica vista y continuamos con el tour hasta llegar a la última playa que era la de "Los monos". Cuando llegamos me decepcionó un poco porque no vi ninguno. Me tire un rato a la arena y me quedé dormido. De repente empecé a oir ruidos y cuando abrí los ojos un grupo de monos se dirigían hacia mi corriendo, así que pegué un salto de la toalla. El resto del tiempo que estuvimos aqui, los monos estuvieron haciendo de las suyas: cogiendo cosas de las bolsas de los turistas, arañando si te acercabas mucho, trepando, .... Al final acabas un poco cansado de estar pendiente de que no se acerquen. Ya por la noche repetimos el plan de la anterior: cervecita en las amacas viendo las estrellas.

El domingo fue un día mas tranquilo. Cambiamos de resort a uno un poco mas barato y mas centrico. Por la mañana estuvimos reposando en la playa principal de la isla y luego subimos a un mirador para contemplar la isla un poco mas desde lo alto.


y por la tarde decidimos hacer una excursión andando a otras cercanas que había que ir con agua por la rodilla o saltando por las rocas. Mereció la pena el paseo y el peligro de ir atravesando rocas con los pies descalzos o unas super chanclas de los moros, pero disfrutamos de unas vistas preciosas. Al final llegamos a una playa con un resort donde decidimos darnos un baño hasta que anocheció, y después de tanta caminata nos merecíamos un masaje a pie de playa escuchando las olas del mar para terminar cenando en el mismo resort en primera linea de arena.


Las vueltas ya se saben como son, así que la pasaré por alto.

Los primeros dias me decepcionaron en Phi Phi. El centro parece casi como Benidorm. Lleno de ingleses borrachos, una fila con unos bares con la musica muy alta y estridente y la gente agrupada en la playa con las sillas incrustadas en la arena bebiendo. Podría ser cualquier otro sitio de playa en España cuando se hacía denoche. Pero el último día que visitamos la otra zona mas tranquila hizo que cambiara mi concepto. Lo que hay que hacer aqui es alejarse todo lo posible del centro, así que tendré que volver para quitarme este saber un poco amargo que me ha quedado.

3 de diciembre de 2007

Do nothing in Pai

Planazo, planazo, planazo. A pesar de que nos habían dicho que en Pai no había nada que visitar, que las únicas actividades eran hacer treking o rafting que ya habíamos practicado y que solo íbamos a pasar una noche allí, creo que ha sido la excursión mas divertida hasta el momento.

El viernes llegó Rubén, mi compañero informático del ICEX que está en Almaty, así que después de recogerlo en el aeropuerto salimos directamente a coger el autobús que nos llevaría una vez mas, ya van tres en los casi dos meses que llevamos aquí, a Chiang Mai. Como ya todos sabréis, llegamos por la mañana temprano y después de un chocolate caliente en la estación cogimos un tuk-tuk grande y nos fuimos al aeropuerto. Habíamos alquilado una avioneta privada de hélices que nos haría el trayecto que faltaba desde Chinag Mai hasta Pai. Era una avioneta pequeña sin separación entre pasajeros y pilotos y en la que sólo sobraba un sitio y eramos once. Fue super emocionante, estaba sentado justo detrás del piloto y podía ver todos los mandos y pantallas además de la vista frontal del paisaje. El trayecto fue corto pero intenso. Volamos a una altura máxima de 8000 pies y a una mínima de unos 3000, por lo que en ciertos lugares íbamos bastante bajos. La sensación de volar en una avioneta no es igual que en un avión grande. Se nota la ligereza y te da la sensación que si todos nos ponemos en un lado el avión va a hacer un giro completo como en las películas de guerra. El despegue es muy suave, y así como en uno grande se te pega la cabeza a los hombros, aquí no notas nada y ves como va ascendiendo lentamente.


Nos habían dicho Manu y Myriam que cuando hicieron lo mismo por el Cañon del colorado la mayoría se habían mareado y acabaron vomitando, pero aquí no le pasó a ninguno. Sobrevolamos unas montañas selváticas que posiblemente anduvimos y descendimos en balsa en los viajes anteriores y que atravesaríamos al día siguiente en moto. Aterrizamos en el aeropuerto que consistía en una única pista corta, en la que el piloto tuvo que usar los frenos a fondo para no salirnos, y una caseta.

Fuimos al guest house, dejamos las maletas y salimos a explorar. Pai es un pueblecito hippie al que se acercan muchos mochileros a pasar unos días de relax, aunque la mano del turismo se nota en cualquier sitio hoy en día. Está a unos 135Km de Chiang Mai y tiene una calle principal llena de puestos de ropa, artilugios para ponerse, puestecitos de comida y bares donde comer o tomarse una cerveza por la noche con música en directo.

Lo primero que hicimos fue ir a alquilar unas motos para poder movernos por allí ya que el guest house estaba a ocho kilómetros del pueblo y visitar un poco la zona.



Una vez libres de movimientos nos fuimos a ver una preciosa cascada a las afueras. Como aquí ahora es invierno y estábamos en el norte no había nadie metido en el agua, pero seguro que en la época cálida está lleno de niños tirándose por los toboganes naturales. Ya que este pueblo es famoso por no tener nada especial que hacer, nos quedamos relajándonos allí un buen rato.


Por la noche nada especial, cena en un sitio con música en directo y luego a tomar una copa a otro.


Al día siguiente dormimos como marmotas y nos despertamos a las once. Eran muchos días de sueño acumulado. Nos pusimos en marcha y bajamos al pueblo a "desayunar" (porque llegaríamos a la una) y a facturar las maletas que nos llevarían a Chiang Mai. Después empezó lo mas divertido del fin de semana. Cogimos nuestras motos y emprendimos el camino de vuelta a Chiang Mai para coger el bus de vuelta. Las motos son las típicas que hay en toda Tailandia. Una especie de scooter con marchas y de 125cc donde caben dos personas pero he llegado a ver hasta cuatro y que pueden alcanzar los 120km/h aunque marque 160. Eramos once personas, así que con seis motos íbamos bien. A la cabeza siempre el ministro Javi y yo a la cola controlando que nadie se saliera del rebaño.


View Larger Map

La primera parada fue temprana y visitamos un cañón con unas vistas preciosas.


Un poco mas alante había un puente de la segunda guerra mundial que cruzaba el río.


Y la última parada fue la más impactante. Fue un parque natural precioso con un riachuelo, pero arriba del todo había un par de grandes charcas donde el agua estaba a 80ºC de forma natural!!! Era impresionante, la gente metía bolsas con huevos y después de un rato se hacían duros!!!


Y empieza la carrera!! Ya no hubieron mas paradas y nos quedaban aproximadamente 100Km. El tiempo se nos echaba encima, teníamos que coger el bus de vuelta a las nueve. El segundo tramo del camino fue precisos porque la carretera transcurría por en medio de la selva que dias atrás habíamos sobrevolado en avioneta.





La noche y el frío terminaron por aparecer, pero eso no consiguió mermar nuestro animo y seguíamos disfrutando de la carretera kilómetro tras kilómetro. La selva termino y comenzaron las carreteras de varios carriles y el tráfico que nos decía que ya estábamos cerca. Finalmente, y después de cerca de cuatro horas subidos en las motos, alguna vuelta de mas debido a nuestra falta de orientación y 706 curvas llegamos al destino. Con mucha pena pero con una gran satisfacción por lo bien que lo habíamos pasado, cambiamos el viento en la cara y el ruido de la moto por una manta y un lugar donde apoyar la cabeza del autobús que nos dejó, una vez mas, en Bangkok.

Hasta ahora el fin de semana mas divertido de todos.